Hemos visto anteriormente los diferentes tipos de
climatización que existen, entre los de calor vamos a centrarnos en esta
ocasión en las calderas.
Decíamos de las calderas que es uno de los sistemas más
tradicionales, consistente en primer lugar en calentar el agua y después
distribuirla mediante tuberías a los radiadores que son los encargados de distribuir
el calor. En lugar de los radiadores, se
puede utilizar el suelo radiante, que distribuye el calor a través del suelo,
necesita menos temperatura y por tanto menos energía.
Las calderas constan de dos partes, el hogar, donde se
produce la combustión, y el intercambiador de calor donde se calienta el agua,
además posee un conducto para la eliminación de los gases provenientes de la
combustión.
La temperatura a la que se calienta el agua ronda los 90°,
pero para calderas que tienen que servir a muchas viviendas, puede llegar hasta
los 140°. También existe un tipo de caldera muy eficiente que trabaja por
debajo de los 70°, son las calderas de condensación.
La gran diferenciación entre calderas es debida ala tipo de
combustible que se utiliza para calentar el agua. Se pueden utilizar
combustibles sólidos, líquidos y gaseosos.
Los sólidos pueden ser leña, carbón o pellets. Los líquidos,
fuelóleo o gasóleo. Y los gaseosos, gas natural o gas licuado del petróleo.
En cuanto a cómo ahorrar energía, se puede decir que las
calderas son prácticamente sin ninguna duda el mejor sistema de calefacción que
existe, y entre los distintos tipos que existen, la más eficiente es la caldera
de gas natural por su mayor rendimiento y bajas emisiones de CO2. Le sigue muy
de cerca la caldera de biomasa, que, como por ejemplo las de pellets, tienen un
muy alto rendimiento, y el coste del combustible es muy bajo.